Madres deben poner el ejemplo para que sus hijas se acepten a sí mismas
ARA
Según varios estudios e incontables experiencias personales, ninguna fuerza ejerce más poder en la forma que las muchachas aprecian su cuerpo y su relación con los alimentos que el ejemplo dado por sus propias madres.
Es posible que usted sea madre, o al menos la tiene o la tuvo. ¿Qué aprendió de su propia madre con respecto a la comida, los hábitos de alimentación y el peso, y qué le está enseñando usted a su hija? ¿Cómo y por qué ha adoptado esos hábitos de alimentación, y cómo puede evitar que su hija cometa sus propios errores?
Carolyn Costin, especialista en el tratamiento de los trastornos de alimentación y directora clínica y fundadora del Centro de Tratamiento Monte Nido (Monte Nido Treatment Center), afirma que la cultura moderna puede enviarles a algunas mujeres y muchachas el mensaje de que deben alimentar y nutrir a los demás, pero no a sí mismas.
“A causa del énfasis indebido que se le otorga a la apariencia física, las mujeres llegan a ver sus cuerpos como instrumentos para usar en la búsqueda de la aprobación de los demás, y como fuente de orgullo personal”, explica Costin. “Sin embargo, esto puede provocar que consideren sus cuerpos como fuente de desaprobación, fracaso y dolor psicológico”.
Los alimentos pueden convertirse en un medio con el cual las mujeres comunican numerosos sentimientos, utilizándolos para demostrar amor y dedicación, para obtener aprobación, como forma de ser creativas, de olvidarse de otros problemas, y como fuente de consuelo, entre otras opciones. En su libro “Your Dieting Daughter” Costin invita a las mujeres a hacerse la siguiente pregunta: “¿Qué representan los alimentos en mi vida, y en los mensajes que envío a mis propios hijos?”.
Costin ofrece algunos consejos para que las madres sean ejemplos más sanos de autoaceptación con respecto a sus hijas, y para combatir los trastornos de alimentación.
Cada día las madres envían mensajes que son captados por sus hijas, desde lecciones de bondad con el prójimo, hasta la tendencia de juzgar sus méritos basándose en la apariencia física. Tenga mucho cuidado con los mensajes que pueden ser contraproducentes, incluso cuando se tienen las mejores intenciones:
Elogios. Usted puede hacer o decir cosas que pueden enviarle un mensaje contraproducente a su hija. El énfasis en la apariencia física, incluso cuando se trata de un elogio, puede producir un efecto contrario en múltiples formas. Por ejemplo, alabar a una hija que ha perdido peso podría entenderse como que la joven no era atractiva anteriormente. Los elogios excesivos de la apariencia física pueden incentivar la idea de que las cualidades exteriores son más importantes que las interiores, independientemente de lo que cueste mantenerlas.
Alimentos como premio y castigo. Independientemente de que numerosos expertos han insistido en sus consecuencias negativas, con frecuencia los padres, especialmente las madres, usan los alimentos como premio y castigo. Los niños aprenden que ciertos alimentos pertenecen a categorías especiales como “buenos” y “malos”. Esta forma de pensar prepara las condiciones para restringir, comer a escondidas, comer como forma de rebeldía o consuelo, o consumir cantidades exageradas de los “alimentos malos” prohibidos. En Monte Nido, Costin les enseña a sus clientes con trastornos de alimentación una aseveración muy importante para que todos la entiendan: “No hay alimentos malos, sino malos hábitos de alimentación”.
Alimentos como sinónimo de cariño. Los seres humanos aprenden una amplia gama de formas de asociar los alimentos con el hecho de ser nutrido, cuidado y querido. Los alimentos, al inicio de la relación madre-hija, están conectados con el cariño, pues ser alimentada equivale a ser amada. Una muchacha puede usar los alimentos como forma de obtener cariño si siente, consciente o inconscientemente, que no puede obtenerlo en otra parte. Donde existe un vacío de algo, los alimentos pueden enmascararlo y actuar como sustitutos, al menos temporalmente.
Tragarse los sentimientos/Engullir la cólera. A menudo, las personas se tragan o engullen sus sentimientos consumiendo alimentos. Costin señala que quienes usan de esta forma los alimentos experimentan un efecto adormecedor. Dejar de comer es también una forma de evitar determinados sentimientos, o demostrar de alguna manera que “No siento ni necesito nada”. Para curar a las personas que recurren a los alimentos de esa forma, en clínicas como Monte Nido se les enseña a los pacientes que los sentimientos son aceptables, y que es su conducta lo que deben aprender a supervisar y controlar.
Según Costin, las madres que desean darles un buen ejemplo a sus hijas deben considerar lo siguiente: “¿Lo que está haciendo con usted misma es lo que también quiere hacer con su hija? Si no quiere que deje de comer para que le quede un vestido, o que coma exageradamente si no tuvo un buen día, entonces, no lo haga usted tampoco”. Para obtener más información acerca de los trastornos de alimentación y su tratamiento, visite el sitio web: www.MonteNido.com.
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